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miércoles, 13 de enero de 2016

Lecturas para las exequias de un niño no bautizado.

Difuntos y exequias

EN LAS EXEQUIAS DE UN NIÑO AUN NO BAUTIZADO

PRIMERAS LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

1
Leccionario V, pág. 545.
I   Is 25, 6a. 7-8b
El Señor aniquilará la muerte para siempre
Lectura de libro de Isaías.

En aquel día, preparará el Señor del universo para todos los pueblos,
en este monte, un festín de manjares suculentos.
Y arrancará en este monte
el velo que cubre a todos los pueblos,
el lienzo extendido sobre todas las naciones.
Aniquilará la muerte para siempre.
Dios, el Señor, enjugará las lágrimas de todos los rostros.

Palabra de Dios.

2
Leccionario V, pág. 546.
II   Lam 3, 17-26
Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor
Lectura del libro de las Lamentaciones.

He perdido la paz,
me he olvidado de la dicha;
me dije: «Ha sucumbido mi esplendor
y mi esperanza en el Señor».
Recordar mi aflicción y mi vida errante
es ajenjo y veneno;
no dejo de pensar en ello,
estoy desolado;
hay algo que traigo a la memoria,
por eso esperaré:
Que no se agota la bondad del Señor,
no se acaba su misericordia;
se renuevan cada mañana,
¡que grande es tu fidelidad!;
me digo: «Mi lote es el Señor,
por eso esperaré en él!».
El Señor es bueno para quien espera en él,
para quien lo busca;
es bueno esperar en silencio
la salvación del Señor.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

1
I Sal 24, 4-5a. 6 y 7cd. 17 y 20 (R.: 1b; 3a)
R. A ti, Señor, levanto mi alma.
O bien:
Los que esperan en ti, Señor, no quedan defraudados.

V. Señor, enséñame tus caminos, 
instrúyeme en tus sendas: 
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tu eres mi Dios y Salvador. R.

V. Recuerda, Señor, que tu ternura 
y tu misericordia son eternas; 
acuérdate de mí con misericordia, 
por tu bondad, Señor. R.

V. Ensancha mi corazón oprimido 
y sácame de mis tribulaciones. 
Guarda mi vida y líbrame, 
no quede yo defraudado de haber acudido a ti. R.

ALELUYA Y VERSÍCULOS ANTES DEL EVANGELIO

1
I   2 Cor 1, 3b-4a
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Bendito sea el Padre de las misericordias
y Dios de todo consuelo,
que nos consuela en cualquier tribulación nuestra. R.

2
II  Ap 1, 5a. 6b
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Jesucristo es el primogénito de entre los muertos;
a él, la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. R.

EVANGELIOS

1
Leccionario V, pág. 549.
 Mt 11, 25-30
Has escondido estas cosas a los sabios, y se las has revelado a los pequeños
Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

EN aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Palabra del Señor.

2
Leccionario V, págs. 550-551.
II   Mc 15, 33-46
Jesús, dando un grito, expiró
Lectura del santo Evangelio según san Marcos

Al llegar la hora sexta toda la región quedó en tinieblas hasta la hora nona. Y a la hora nona, Jesús clamó con voz potente:
«Eloí Eloí, lemá sabaqtaní» (que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por que me has abandonado?»).
Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
«Mira, llama a Elías».
Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber diciendo:
«Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo».
Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró.
El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo habla expirado, dijo:
«Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios».
Había también unas mujeres que miraban desde lejos; entre ellas María la Magdalena, María la madre de Santiago el Menor y de José, y Salomé, las cuales, cuando estaba en Galilea, lo seguían y servían; y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.
Al anochecer, como era el día de la Preparación, víspera del sábado, vino José de Arimatea, miembro noble del Sanedrín, que también aguardaba el reino de Dios; se presentó decidido ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús.
Pilato se extrañó de que hubiera muerto ya; y, llamando al centurión, le preguntó si hacía mucho tiempo que había muerto.
Informado por el centurión, concedió el cadáver a José. Este compró una sábana y, bajando a Jesús, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro, excavado en una roca, y rodó una piedra a la entrada del sepulcro.

Palabra del Señor.

3
Leccionario V, págs. 551.
III   Jn 19, 25-30
Ahí tienes a tu madre
+ Lectura del santo Evangelio según san Juan.

En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.
Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre:
«Mujer, ahí tienes a tu hijo».
Luego, dijo al discípulo:
«Ahí tienes a tu madre».
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.
Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido a su término, para que se cumpliera la Escritura, dijo:
«Tengo sed».
Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:
«Está cumplido».
E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

Palabra del Señor.

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