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viernes, 30 de septiembre de 2016

Preparación para la Confirmación y la Eucaristía de adultos bautizados de niños (RICA).

Ritual de la Iniciación cristiana de adultos, 6-enero-1972 (ed. CEE 2022)

Capítulo IV


PREPARACIÓN PARA LA CONFIRMACIÓN Y LA EUCARISTÍA DE LOS ADULTOS BAUTIZADOS EN LA PRIMERA INFANCIA Y QUE NO HAN RECIBIDO CATEQUESIS


295. Las sugerencias pastorales que siguen se refieren a los adultos, que recibieron el bautismo cuando eran muy niños, y después no recibieron ninguna instrucción catequética ni, por tanto, han sido admitidos a la confirmación y a la eucaristía. Pueden, sin embargo, equipararse a casos similares, especialmente al caso del adulto que haya sido bautizado en peligro de muerte o ya moribundo.

Aunque tales adultos nunca hayan oído hablar del misterio de Cristo, sin embargo su condición difiere de la condición de los catecúmenos, puesto que aquéllos ya han sido introducidos en la Iglesia y hechos hijos de Dios por el bautismo. Por tanto, su conversión se funda en el bautismo ya recibido, cuya virtud deben desarrollar después.

296. Por la misma razón que en el caso de los catecúmenos, la preparación de estos adultos requiere tiempo prolongado (cf. Prænotanda, n. 21), para que la fe infundida en el bautismo pueda crecer, llegar a la madurez y ser grabada plenamente por medio de la formación pastoral que se les proporciona; y conviene que su vida cristiana sea confirmada por la oportuna enseñanza que se les propone, por la catequesis adecuada a ellos, por el trato con la comunidad de los fieles y por la participación en algunos ritos litúrgicos.

297. El desarrollo ordinario de la catequesis generalmente corresponderá al orden propuesto a los catecúmenos (cf. Prænotanda, n. 19, 1); pero al proponerla el sacerdote, el diácono o el catequista tenga presente la peculiar condición de estos adultos que ya han recibido el bautismo.

298. Como a los catecúmenos, también a estos adultos debe ofrecer la comunidad de los fieles su ayuda con caridad fraterna y con la oración y dando testimonio de su idoneidad cuando hayan de ser admitidos a los sacramentos (cf. Prænotanda, nn. 4, 19, p. 2 y 23).

299. Los adultos son presentados a la comunidad por un fiador. Pero en el tiempo de su formación cada uno de ellos elige, con la aprobación del sacerdote, su padrino, que como delegado de la comunidad actuará junto a él, y tendrá para con él los mismos deberes que el padrino para su catecúmeno (cf. Prænotanda, n. 43). Por cierto, que el padrino elegido en este tiempo puede ser el que lo fue del bautismo, con tal de que realmente sea capaz de cumplir este oficio.

300. El tiempo de la preparación debe ser santificado con celebraciones litúrgicas, de las cuales la primera es el rito con el que los adultos son recibidos en la comunidad, y con el que ellos, como ya sellados con el bautismo, reconocen que tienen parte en ella.

301. Desde entonces participarán en las celebraciones de la liturgia de la Palabra, ya sea en las celebraciones en que se reúne la asamblea de los fieles, ya sea en las que son destinadas directamente a los catecúmenos.

302. Para significar la acción de Dios en esta obra de preparación, sería muy oportuno emplear algunos de los ritos propios del catecumenado, que respondan a la condición especial de estos adultos y a su provecho espiritual, como son las «entregas» del Símbolo, de la oración dominical y también de los Evangelios.

303. Las etapas de la catequesis acomódense de modo conveniente al año litúrgico, especialmente en cuanto a su última parte, que generalmente se combinará con la Cuaresma, porque este período del año es muy a propósito para las ceremonias penitenciales que preparan para la celebración del sacramento de la Penitencia.

304. El vértice de toda la formación será generalmente la Vigilia pascual, en la cual los adultos profesarán su fe bautismal, recibirán el sacramento de la confirmación y participarán de la eucaristía. Si no se pudiera administrar la confirmación en la misma Vigilia pascual por ausencia del obispo o del ministro extraordinario de la confirmación, debe conferirse cuanto antes, y, si es posible, durante el tiempo pascual.

305. Finalmente, los adultos completarán su formación cristiana, y perfeccionarán su inserción en la comunidad, viviendo en unión de los neófitos el tiempo de la mystagogia.

jueves, 29 de septiembre de 2016

Ritual breve de la Iniciación de un adulto en peligro próximo o inminente de muerte (RICA).

Ritual de la Iniciación cristiana de adultos, 6-enero-1972 (ed. CEE 2022)

Capítulo III

RITUAL BREVE DE LA INICIACIÓN DE UN ADULTO EN PELIGRO PRÓXIMO O INMINENTE DE MUERTE

278. Al que se encuentra en peligro próximo de muerte, sea catecúmeno o no, se le puede bautizar con el rito breve que viene a continuación en los nn. 283-294, con tal de que pueda oír las preguntas y responda a ellas.

279. Si ya ha sido recibido como catecúmeno, debe prometer que, una vez recuperada la salud, acabará la catequesis acostumbrada. Si no es catecúmeno, conviene que dé señales claras de la conversión a Cristo y de la renuncia a los cultos paganos, y no esté ligado con obstáculos morales en su vida (por ejemplo, poligamia, etc.); además ha de prometer que después de recobrar la salud, seguirá todo el curso de la iniciación que le corresponda.

280. Este rito se adapta especialmente para que lo dirijan catequistas y seglares.

Sin embargo, también el presbítero y el diácono, en caso de necesidad urgente, lo pueden utilizar; pero, de ordinario, el presbítero y el diácono es mejor que utilicen el rito que hemos llamado sencillo (nn. 240-273), introduciendo los cambios necesarios al lugar y al tiempo.

Así el presbítero que bautiza, y tenga a mano el sagrado crisma, si hay tiempo suficiente, no omita, después del bautismo, conferir también la confirmación, omitiendo en este caso la crismación después del bautismo (n. 263).

Igualmente, si es posible, lo mismo el presbítero que el diácono y, en su caso, el catequista o seglar que tenga facultad de distribuir la sagrada comunión, no dejen de administrar la eucaristía al neófito. En este caso, se puede llevar el sacramento antes de la celebración del rito, y durante la ceremonia se coloca respetuosamente el sacramento sobre una mesa cubierta con un mantel blanco.

281. En el mismo momento de la muerte, o siendo ésta inminente, cuando el tiempo urge, el ministro, omitiendo todo lo demás, derrama el agua natural, aunque no esté bendecida, sobre la cabeza del enfermo, diciendo la fórmula acostumbrada (cf. Prænotanda de la iniciación cristiana, n. 23).

282. Para aquéllos que estén, sea en peligro próximo, sea en el momento de la muerte, procúrese que, si recobran la salud, sean instruidos con la debida catequesis, y que recibidos en la iglesia en el tiempo oportuno, se les den los otros sacramentos de la iniciación. En este caso, guárdense con las debidas acomodaciones los principios que se establecen en los nn. 295-305.

Rito inicial

283. El catequista o el seglar, después de saludar cortés y brevemente a la familia, enseguida hablará con el enfermo acerca de su petición y si no es catecúmeno, de los motivos de su conversión; después, una vez que haya decidido sobre la conveniencia de bautizarle, le catequizará brevemente según la necesidad.

284. Después junto al enfermo invita a su familia, al padrino (madrina), a algunos amigos y allegados, entre los cuales se elige uno o dos como testigos. Y se prepara agua, aunque no esté bendecida.

Diálogo

285. Después, volviendo al enfermo, el ministro le interroga de nuevo con éstas o parecidas palabras:

Querido amigo, has pedido el bautismo, porque quieres alcanzar la vida eterna, como los cristianos. Pues bien, la vida eterna consiste en que conozcas al Dios verdadero y a su enviado Jesucristo. Ésta
es la fe de los cristianos: ¿sabes esto?


El enfermo:
Sí, lo sé.

El ministro:
Pero juntamente con la fe en Jesucristo, también te será necesario que quieras cumplir sus mandamientos, como hacen los cristianos: ¿también sabes esto?

El enfermo:
Sí, también lo sé.

El ministro:
¿Quieres, pues, vivir como los cristianos?

El enfermo:
Sí, quiero.

El ministro:
Promete, pues, que después de que recobres las fuerzas, emplearás el tiempo necesario para conocer mejor a Cristo, y que seguirás el curso de la instrucción cristiana.

El enfermo:
Lo prometo.

286. Entonces, vuelto al padrino y a los testigos, el ministro les interroga con éstas o parecidas palabras:

Tú, que has oído su promesa (o bien: la promesa de N.) como padrino, ¿prometes que se la recordarás y le ayudarás para que aprenda la doctrina de Cristo, para que frecuente la comunidad y se haga buen cristiano?

El padrino:
Lo prometo.

El ministro:
Y vosotros, que estáis como testigos ¿os hacéis fiadores de su promesa?

Testigos:
Sí, nos hacemos fiadores.

287. Vuelto de nuevo al enfermo, el ministro le dice:

Así pues, según el mandato de Jesús, el Señor serás bautizado para la vida eterna.

Según la oportunidad y la urgencia, lee algunas palabras del Evangelio, que explica, si es posible, v. gr.:

Mt 22, 35-40: Este mandamiento es el principal y primero.
Mt 28, 18-20: Haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Mc 1, 9-11: Fue bautizado por Juan en el Jordán.
Jn 3, 1-6: El que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios.
Jn 6, 44-47: El que cree tiene vida eterna.

Súplicas

288. A continuación invita a los presentes a que recen con él las súplicas siguientes:

En favor de este enfermo, que pide la gracia del bautismo, por su padrino, y por toda su familia y amigos, invoquemos la misericordia de Dios omnipotente.

El ministro (o uno de los presentes) pronuncia una o dos de las invocaciones siguientes:

- Que te dignes aumentar su fe en Cristo, tu Hijo y Salvador nuestro.
R. Te rogamos, óyenos.

- Que te dignes escuchar su deseo de poseer la vida eterna y de entrar en el reino de los cielos.
R. Te rogamos, óyenos.

- Que te dignes cumplir su esperanza de conocerte a ti, creador del mundo y Padre de los hombres.
R. Te rogamos, óyenos.

- Que por el bautismo te dignes perdonarle los pecados y santificarle.
R. Te rogamos, óyenos.

- Que te dignes darle la salvación que Cristo mereció por su pasión y resurrección.
R. Te rogamos, óyenos.

- Que te dignes concederle la adopción de tus hijos en el amor.
R. Te rogamos, óyenos.

- Que te dignes restituirle la salud y darle tiempo de conocer e imitar más profundamente a Cristo.
R. Te rogamos, óyenos.

- Que te dignes conservarnos siempre a todos los discípulos de Cristo, bautizados como miembros de un solo cuerpo, en la misma fe y en la misma caridad.
R. Te rogamos, óyenos.

Se pueden acomodar estas invocaciones según las circunstancias.

289. El ministro concluye las súplicas con la oración siguiente:

Escucha, Señor, nuestra oración,
y mirando la fe y el deseo de tu amado N.,
concédele que, configurado
según la pasión y resurrección de Cristo,
por medio de esta agua,
que elegiste para el nacimiento sobrenatural de los hombres,
consiga el perdón de todos sus pecados,
llegue a ser hijo de tu adopción
y sea agregado a tu pueblo santo.
[Concédele también que, recobrada la salud,
te dé gracias formando parte de tu Iglesia,
y, siguiendo fielmente los mandamientos de Cristo,
se haga perfecto discípulo suyo.]
Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

Renuncia y profesión de fe

290. A continuación el ministro, mirando al enfermo, le pide la renuncia a Satanás y la profesión de fe:

¿Renuncias a Satanás, y a todas sus obras y seducciones?

El enfermo:
Sí, renuncio.

Según las circunstancias el ministro puede utilizar la fórmula más extensa (cf. n. 217) y la acomodación de que trata el n. 80

Y continúa:

¿Crees en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra?

El enfermo;
Sí, creo.

El ministro:
¿Crees en Jesucristo, 
su único Hijo, nuestro Señor,
que nació de santa María Virgen, 
murió, fue sepultado, 
resucitó de entre los muertos 
y está sentado a la derecha del Padre?

El enfermo:
Sí, creo.

El ministro:
¿Crees en el Espíritu Santo, 
en la santa Iglesia católica, 
en la comunión de los santos, 
en el perdón de los pecados, 
en la resurrección de la carne 
y en la vida eterna?

Enfermo:
Sí, creo.

Rito del Bautismo

291. Seguidamente el ministro, pronunciando el nombre que el enfermo desea recibir, le bautiza diciendo:

N., YO TE BAUTIZO EN EL NOMBRE DEL PADRE,
Derrama el agua por primera vez

Y DEL HIJO,
Derrama el agua por segunda vez

Y DEL ESPÍRITU SANTO.
Derrama el agua por tercera vez.

Si el ministro del bautismo es diácono, después de derramar el agua, puede administrar la unción del crisma que sigue al bautismo, del modo y con la fórmula acostumbrados (n. 263).
_________________________________________________

292. si no se le puede dar la confirmación ni la sagrada comunión, el ministro dirá a continuación del bautismo:

N., liberado de tus pecados y regenerado por Dios Padre, te has hecho hijo suyo en Cristo. Después, si Dios lo permite, recibirás la plenitud del Espíritu Santo por la confirmación, y, acercándote al altar de Dios, participarás de la mesa de su sacrificio. Ahora, pues, con el espíritu de los hijos de adopción, que acabas de recibir, ora juntamente con nosotros, como el Señor nos enseñó.

Y el neófito y todos los presentes juntamente con el ministro dicen la oración dominical (cf. n. 294).
__________________________________________________

Rito de la Confirmación

293. Si el que ha administrado el bautismo es un presbítero, él puede conferir la confirmación (cf. n. 280), empezando por una exhortación, concebida en los términos siguientes, o en otros parecidos:

N., regenerado ya en Cristo y transformado en miembro suyo y de su pueblo sacerdotal, ahora sólo te falta recibir al Espíritu Santo, que ha sido derramado sobre nosotros, el mismo Espíritu que envió el Señor sobre los Apóstoles el día de Pentecostés, y que ellos y sus sucesores confieren a los bautizados.

Después, si es oportuno, invita a los presentes para que oren en silencio algunos momentos. Acabada la oración, el presbítero, imponiendo las manos sobre el que va a confirmarse, dice:

Dios todopoderoso,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que regeneraste, por el agua y el Espíritu Santo,
a este siervo tuyo
y le libraste del pecado,
escucha nuestra oración
y envía sobre él el Espíritu Santo Paráclito;
llénalo de espíritu de sabiduría y de inteligencia,
de espíritu de consejo y de fortaleza,
de espíritu de ciencia y de piedad,
y cólmalo del espíritu de tu santo temor.
Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

Entonces el presbítero, con la punta del pulgar derecho empapada con el crisma, hace la señal de la cruz en la frente del que va a confirmarse, diciendo:

N., RECIBE POR ESTA SEÑAL EL DON DEL ESPÍRITU SANTO.

El confirmado:
Amén.

El presbítero añade:
La paz sea contigo.

El confirmado:
Y con tu Espíritu.

En caso de necesidad urgente, basta que se haga la crismación con las palabras Recibe por esta señal el Don del Espíritu Santo, anteponiendo antes, si es posible, la imposición de manos con la oración Dios todopoderoso.

Después de la confirmación se puede dar al neófito la sagrada comunión, con el rito descrito en el n. 294. En otro caso, la ceremonia concluye con el rezo de la oración dominical.

Sagrada Comunión

294. Si la sagrada comunión se administra inmediatamente después de la confirmación, o después del bautismo, cuando la confirmación no se puede conferir, el ministro puede decir la monición siguiente, omitiendo las palabras que van entre paréntesis cuando se ha dado la confirmación.

N., liberado de tus pecados y regenerado por Dios Padre, te has hecho hijo suyo en Cristo. [Después, si Dios lo permite, recibirás la plenitud del Espíritu Santo por la confirmación.] Ahora, pues, antes de que recibas el Cuerpo de Cristo, con el espíritu de los hijos de adopción que acabas de recibir, ora juntamente con nosotros, como el Señor nos enseñó.

Y el neófito y todos los presentes juntamente con el ministro dicen:

Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.


El ministro toma la sagrada hostia, y teniéndola algo levantada y vuelto al neófito, dice:

Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.


El neófito y los presentes dicen una sola vez:

Señor, no soy digno de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya bastará para sanarme.

El ministro da la comunión al neófito, diciendo:
El Cuerpo de Cristo.

El neófito:
Amén.

Y comulga. Los presentes que quieran comulgar, pueden recibir el sacramento.

Acabada la comunión, el ministro concluye la ceremonia con la oración siguiente:

Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
te suplicamos con fe viva
que el Cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que nuestro (nuestra) hermano (hermana) acaba de recibir,
le conceda la salud corporal
y la salvación eterna.
Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

El enfermo que, en próximo peligro de muerte, recibe todos o alguno de los sacramentos de la iniciación, si recuperara las fuerzas, debería seguir la catequesis acostumbrada y completar los sacramentos y los ritos que le falten (cf. nn. 279, 295-305).

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Forma simplificada de la Iniciación de un adulto (RICA).

Ritual de la Iniciación cristiana de adultos, 6-enero-1972 (ed. CEE 2022)

Capítulo II

FORMA SIMPLIFICADA DE LA INICIACIÓN DE UN ADULTO

240. En circunstancias extraordinarias, cuando el candidato no pueda recorrer todos los grados de la iniciación, o cuando el ordinario del lugar, juzgando sobre la sinceridad de la conversión cristiana del candidato y sobre su madurez religiosa, dispone que reciba el bautismo sin dilación, a él le toca permitir para cada caso en particular que se use este rito sencillo (simplificado), en el que todo se realiza en una sola ceremonia (nn. 245-273), o dando facultad para tener solamente uno o dos ritos del catecumenado o del tiempo de la purificación e iluminación (nn. 274-277).

241. Antes de ser bautizado el candidato, que habrá elegido un padrino (o madrina) (cf. Prænotanda, nn. 12 y 19, p. 2 y 43), conviene que sea instruido y preparado en el tiempo oportuno para que se decanten y purifiquen mejor las razones por las que haya pedido el bautismo y pueda madurar su conversión y su fe.

242. Además de la presentación y admisión del candidato, el rito significa su manifiesta y decidida voluntad de pedir la iniciación cristiana y el asentimiento de la Iglesia: después de la adecuada liturgia de la Palabra, se celebran todos los sacramentos de la iniciación.

243. El rito de ordinario se celebra durante la misa, eligiendo lecturas a propósito y con el formulario de la misa ritual de la Iniciación de otra misa adecuada; después del bautismo y de la confirmación, el neófito participa por primera vez en la celebración de la eucaristía.

244. En cuanto sea posible la celebración téngase un domingo (cf. Prænotanda, previas, n. 59), con participación activa de la comunidad local.

RITO DE ADMISIÓN

245. Mientras los fieles, según la oportunidad, entonan un salmo o himno apropiado, el sacerdote, revestido con los sagrados ornamentos, sale de la iglesia, o al atrio o se queda en el pórtico, o bien en algún otro sitio adecuado de la iglesia, donde espera el candidato con su padrino (o madrina), antes de la liturgia de la Palabra.

246. El celebrante saluda con amabilidad al candidato, y le habla a él, a su padrino y a todos los asistentes, mostrando el gozo y satisfacción de la Iglesia, y evoca, si lo juzga oportuno, las circunstancias concretas y los sentimientos religiosos con que el candidato se enfrentó al comenzar su itinerario espiritual, hasta llegar a dar el paso actual.

Después invita al candidato y a su padrino (madrina) a que se adelanten. Mientras se acercan y ocupan un lugar ante el sacerdote, se puede entonar algún canto apropiado, por ejemplo, el salmo 62, 2-9.

247. Entonces el celebrante, vuelto hacia el candidato, le interroga:

N., ¿qué pides a la Iglesia de Dios?

Candidato:
La fe.

El celebrante:
¿Qué te otorga la fe?

Candidato:
La vida eterna.

También puede hacer las preguntas el celebrante con otras palabras, y aceptar respuestas libres y espontáneas del candidato: v. gr., después de la primera pregunta: ¿Qué pides?, ¿Qué quieres?, ¿Para qué?, se puede responder: la gracia de DiosLa entrada en la Iglesia, o bien: la vida eterna u otra respuesta conveniente, a las cuales el celebrante acomodará sus preguntas sucesivas.

248. Después el celebrante, acomodando de nuevo sus palabras a las respuestas recibidas, hablará otra vez al candidato con estas u otras palabras semejantes:

Esta es la vida eterna, que conozcas al Dios verdadero y a su enviado, Jesucristo. Él, resucitado de entre los muertos, ha sido constituido por Dios dueño de la vida y Señor de todo el universo, visible e invisible.

Pero no nos pedirías hoy esta vida juntamente con el bautismo, si no conocieras ya a Cristo y quisieras hacerte su discípulo. ¿Has oído antes sus palabras? ¿Quieres guardar sus mandamientos? ¿Estás unido fraternalmente a la comunidad y has tomado parte en sus oraciones? Finalmente, ¿has cumplido todo esto, para hacerte cristiano?

Candidato:
Sí, lo he cumplido.

249. Y vuelto al padrino (madrina), el celebrante le pregunta:

Tú, que vienes como padrino (madrina) de este candidato, ¿juzgas, en la presencia de Dios, que es digno de ser admitido hoy a los sacramentos de la iniciación cristiana?

El padrino:
Sí, le juzgo digno.

El celebrante:
¿Estás dispuesto a continuar ayudando con tu palabra y con tu ejemplo al candidato (o bien: a N.) del que has dado testimonio, a fin de que prosiga en el servicio de Cristo?

El padrino:
Estoy dispuesto.

250. El celebrante, con las manos juntas, concluye diciendo:

Oremos.
Te damos gracias Padre misericordioso, por N.,
a quien ayudaste de muchas maneras para que te buscara,
y hoy, ante la Iglesia, responde a tu llamada.
Concédele, pues, benignamente,
que logre llegar con alegría
a la plena realización
de tu designio de amor.
Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

Introducción en la iglesia

251. Después el celebrante invita al candidato con éstas o parecidas palabras:

N., entra en la iglesia
para que tengas parte con nosotros
en la mesa de la palabra de Dios.


Y el candidato con su padrino (madrina) entra en la iglesia. Mientras tanto se entona algún canto apropiado.

LITURGIA DE LA PALABRA

252. Cuando el candidato con su padrino (madrina) hayan llegado a sus puestos, y el celebrante al presbiterio, omitidos los ritos iniciales de la Misa, comienza la liturgia de la Palabra.

Lecturas y homilía

253. Las lecturas con los salmos responsoriales y los versículos antes del Evangelio se eligen de entre los que se indican en el n. 388 (Antiguo Testamento, Nuevo Testamento, Salmos, Aleluyas, Evangelios); se pueden tomar también las lecturas del domingo o festividad del día. Después se tiene la homilía.

Súplicas y rito penitencial

254. Después de la homilía se acerca el candidato con su padrino (madrina) ante el celebrante. Entonces toda la concurrencia hace estas súplicas u otras semejantes:

El celebrante:
Oremos por este querido candidato, que pide los sacramentos de Cristo, y también por nosotros pecadores, para que, acercándonos a Cristo con corazón creyente y penitente, caminemos sin desmayo en la renovación de la vida.

El lector:
Para que en todos nosotros se digne renovar y encender el sentido de la verdadera penitencia. Roguemos al Señor.

R. Escúchanos, Señor.

- Para que los que hemos muerto al pecado por el bautismo, salvados por Cristo, podamos mostrar su gracia. Roguemos al Señor.

R. Escúchanos, Señor.

- Para que este siervo, que confía en la misericordia de Dios con corazón arrepentido, se disponga a salir al encuentro de Cristo Salvador. Roguemos al Señor.

R. Escúchanos, Señor.

- Para que siguiendo a Cristo, que quita el pecado del mundo, sane del contagio de este pecado y rompa todas sus ataduras. Roguemos al Señor.

R. Escúchanos, Señor.

- Para que sea purificado por el Espíritu Santo y bajo su guía sea dirigido a la santidad plena. Roguemos al Señor.

R. Escúchanos, Señor.

- Para que consepultado con Cristo por el sacramento del bautismo, muera al pecado y siempre viva para Dios. Roguemos al Señor.

R. Escúchanos, Señor.

- Para que acercándose al Padre, produzca frutos de santidad y caridad. Roguemos al Señor.

R. Escúchanos, Señor.

- Para que el mundo entero, en favor del cual el Padre entregó a su amado Hijo, crea en su amor y a él se convierta. Roguemos al Señor.

R. Escúchanos, Señor.

Después de las súplicas, el candidato, inclinando la cabeza o arrodillado, pronuncia juntamente con toda la asamblea la confesión general, que por circunstancias razonables puede omitirse.

Oración del exorcismo y unción del catecúmeno

255. Omitido el Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, el celebrante concluye diciendo la oración siguiente:

Señor Dios todopoderoso,
que enviaste a tu Hijo único
para que el hombre, esclavo del pecado,
alcance la libertad de tus hijos,
humildemente te rogamos por este siervo tuyo,
que ha experimentado los halagos de este mundo
y las tentaciones del diablo
y ahora reconoce en tu presencia sus pecados;
por la pasión y resurrección de tu Hijo
arráncalo del poder de las tinieblas,
y, fortalecido con la gracia del mismo Cristo,
guárdalo a lo largo del camino de la vida.
Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

256. El celebrante prosigue:

Para que el poder de Cristo Salvador te fortalezca,
te ungimos con este óleo de salvación
en el nombre del mismo Jesucristo, Señor nuestro,
que vive y reina por los siglos de los siglos.

R. Amén.

Y unge al candidato con el óleo de los catecúmenos en el pecho o en ambas manos, o bien, si pareciere oportuno, en otras partes del cuerpo.

Esta unción puede omitirse a juicio de la conferencia episcopal; en tal caso, el celebrante dice:

Que te fortalezca el poder de Cristo Salvador,
que vive y reina por los siglos de los siglos.

R. Amén.

E inmediatamente impone la mano en silencio sobre el candidato.

CELEBRACIÓN DEL BAUTISMO

Monición del celebrante

257. El candidato, con su padrino (madrina), se acerca entonces a la fuente bautismal. El celebrante se dirige a los presentes y les hace esta monición u otra similar:

Queridos hermanos, pidamos con insistencia la misericordia de Dios Padre omnipotente en favor de este siervo de Dios N., que pide el santo Bautismo. Y a quien él llamó y ha conducido hasta este momento, le conceda con abundancia luz y vigor para abrazarse a Cristo con fortaleza de corazón y para profesar la fe de la Iglesia. Y que le conceda también la renovación del Espíritu Santo, que con insistencia hemos de invocar sobre esta agua.

Bendición del agua

258. Entonces el celebrante, vuelto hacia la fuente, pronuncia la bendición siguiente:

Oh Dios,
que realizas en tus sacramentos obras admirables
con tu poder invisible,
y de diversos modos te has servido de tu criatura, el agua, 
para significar la gracia del Bautismo.

Oh Dios, cuyo Espíritu, en los orígenes del mundo,
se cernía sobre las aguas, 
para que ya desde entonces
concibieran el poder de santificar.


Oh Dios, que incluso en las aguas torrenciales del diluvio
prefiguraste el nuevo nacimiento,
de modo que una misma agua, misteriosamente,
pusiera fin al pecado y diera origen a la santidad.


Oh Dios, que hiciste pasar a pie enjuto por el mar Rojo
a los hijos de Abrahán,
para que el pueblo liberado de la esclavitud del Faraón
fuera imagen de la familia de los bautizados.


Oh Dios, cuyo Hijo, al ser bautizado 
por Juan en el agua del Jordán,
fue ungido por el Espíritu Santo;
colgado en la cruz
vertió de su costado agua, junto con la sangre;
y después de su resurrección mandó a sus apóstoles:
«Id y haced discípulos de todos los pueblos,
bautizándolos 
en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo»,
mira el rostro ahora de tu Iglesia
y dígnate abrir para ella la fuente del bautismo.

Que esta agua reciba, por el Espíritu Santo,
la gracia de tu Unigénito,
para que el hombre, creado a tu imagen,
lavado por el sacramento del bautismo,
de todas las manchas de su vieja condición,
renazca, como niño, a nueva vida
por el agua y el Espíritu.


El celebrante toca el agua con la mano derecha y prosigue:

Te pedimos, Señor,
que el poder del Espíritu Santo,
por tu Hijo,
descienda hasta el fondo de esta fuente,
para que todos los sepultados con Cristo en su muerte,
por el bautismo,
resuciten a la vida con él.
Que vive y reina contigo
en la unidad del espíritu Santo y es dios
por los siglos de los siglos.
R. Amén.

Otras formas ad libitum en el n. 389.

En el Tiempo Pascual, si está a mano el agua bautismal bendecida en la Vigilia pascual, para que no falte al Bautismo el elemento de la acción de gracias y de las súplicas, hágase la bendición y la invocación de Dios sobre el agua según las fórmulas, que se encuentran en el n. 389, teniendo en cuenta la variación del texto al final de cada fórmula.

Renuncia

259. Acabada la consagración de la fuente, el celebrante interroga al candidato.

FÓRMULA A

El celebrante:
¿Renuncias a Satanás, y o todas sus obras y seducciones?

Candidato:
Sí, renuncio.

FÓRMULA B

El celebrante:
¿Renuncias a Satanás?

Candidato:
Sí, renuncio.

El celebrante:
¿Y a todas sus obras?

Candidato:
Sí, renuncio.

El celebrante:
¿Y a todas sus seducciones?

Candidato:
Sí, renuncio.

FÓRMULA C

El celebrante:
¿Renuncias al pecado 
para vivir en la libertad de los hijos de Dios?

Candidato:
Sí, renuncio.

El celebrante:
¿Renuncias a las seducciones del mal, 
para que no domine en ti el pecado?

Candidato:
Sí, renuncio.

El celebrante:
¿Renuncias a Satanás, padre y príncipe del pecado?

Candidato:
Sí, renuncio.

Las conferencias episcopales, con justo motivo, pueden acomodar estas tres fórmulas, especialmente donde sea necesario que el elegido renuncie a sus supersticiones, presagios y sortilegios (cf. n. 80).

Profesión de fe

260. Después el celebrante interroga al candidato:

N., ¿crees en Dios, Padre todopoderoso, 
creador del cielo y de la tierra?

Candidato:
Sí, creo.

El celebrante:
¿Crees en Jesucristo, 
su único Hijo, nuestro Señor 
que nació de santa María Virgen, 
murió, fue sepultado, 
resucitó de entre los muertos 
y está sentado a la derecha del Padre?

Candidato:
Sí, creo.

El celebrante:
¿Crees en el Espíritu Santo, 
en la santa Iglesia católica, 
en la comunión de los santos, 
en el perdón de los pecados, 
en la resurrección de la carne 
y en la vida eterna?

Candidato:
Sí, creo.

Inmediatamente después de la profesión de fe se sumerge o recibe el agua que vierten sobre él.

Rito del Bautismo

261. Si el bautismo se hace por inmersión de todo el cuerpo o de la cabeza nada más, hágase con pudor y decorosamente.

El celebrante, tocando al candidato, le sumerge del todo o sólo la cabeza por tres veces sucesivamente, y sacándole otras tantas veces, le bautiza invocando una sola vez a la Santísima Trinidad:

N., YO TE BAUTIZO EN EL NOMBRE DEL PADRE,
Le sumerge por primera vez

Y DEL HIJO,
Le sumerge por segunda vez

Y DEL ESPÍRITU SANTO.
Le sumerge por tercera vez.

El padrino o la madrina, o ambos, tocan al que se bautiza.

Después del bautismo de cada adulto, si se juzga oportuno, el pueblo puede hacer alguna breve aclamación (cf. n. 390).

262. Pero si el Bautismo se hace derramando el agua, el celebrante saca el agua de la fuente y, derramándola tres veces sobre la cabeza inclinada del candidato, le bautiza en el nombre de la Santísima Trinidad:

N., YO TE BAUTIZO EN EL NOMBRE DEL PADRE,
Derrama el agua por primera vez

Y DEL HIJO,
Derrama el agua por segunda vez

Y DEL ESPÍRITU SANTO.
Derrama el agua por tercera vez.

El padrino o la madrina, o ambos, ponen la mano derecha sobre el hombro derecho del elegido.

Después del Bautismo, si se juzga oportuno, el pueblo puede hacer una breve aclamación (cf. n. 390).


RITOS EXPLANATIVOS
__________________________________________________

Unción después del Bautismo

263. Pero si la ceremonia de la confirmación, por alguna razón particular, se separara del bautismo, entonces después de la inmersión o tras derramar el agua, el celebrante administra del modo acostumbrado la unción del crisma, diciendo sobre el bautizado:

Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que te ha dado nueva vida por el agua y el Espíritu Santo
y que te ha concedido el perdón de todos los pecados,
te consagre con el crisma de la salvación,
para que entres a formar parte de su pueblo,
y seas para siempre miembro de Cristo,
sacerdote, profeta y rey.


El bautizado:
Amén.

Después, en silencio, el celebrante unge con el santo crisma al bautizado en la parte superior de la cabeza.
____________________________________________________

Imposición de la vestidura blanca

264. El celebrante dice:

N., te has transformado en nueva criatura
y has sido revestido de Cristo;
recibe, pues, la blanca vestidura
que has de llevar limpia de mancha
ante el tribunal de nuestro Señor Jesucristo,
para alcanzar la vida eterna.


El bautizado:
Amén.

A las palabras Recibe, pues, la blanca vestidura, el padrino (madrina) impone al neófito la vestidura blanca, a no ser que las costumbres locales aconsejen otro color más a propósito.

Si se juzga conveniente, se puede omitir todo este rito.

Entrega del cirio encendido

265. Después el celebrante toma, o toca con las manos el cirio pascual, diciendo:

Acércate, padrino (madrina), para que entregues la luz al neófito.

Se acerca el padrino (madrina) y enciende un cirio en el cirio pascual, y se lo entrega al neófito. Entonces el celebrante dice:

Has sido transformado en luz de Cristo.
Camina siempre como hijo de la luz,
a fin de que, perseverando en la fe,
puedas salir con todos los santos
al encuentro del Señor.


El bautizado:
Amén.


CELEBRACIÓN DE LA CONFIRMACIÓN

266. Entre el bautismo y la confirmación puede ser entonado por la asamblea, si se juzga oportuno, un canto a propósito.

267. Si el bautismo lo confiere el obispo, conviene que sea también él quien confiera seguidamente la confirmación.

Si no está presente el obispo, el presbítero que haya administrado el bautismo puede administrar la confirmación.

268. El celebrante habla brevemente al neófito, que está ante él, con éstas o parecidas palabras:

N., regenerado ya en Cristo y transformado en miembro suyo y de su pueblo sacerdotal, ahora sólo te falta recibir al Espíritu Santo, que ha sido derramado sobre nosotros, el mismo Espíritu que envió el Señor sobre los Apóstoles el día de Pentecostés, y que ellos y sus sucesores confieren a los bautizados.

Tú, pues, recibirás igualmente la fuerza prometida del Espíritu Santo, con la que, configurado más perfectamente a Cristo, des testimonio de la pasión y resurrección del Señor, y te hagas miembro
activo de la Iglesia, para edificar el Cuerpo de Cristo en la fe y en la caridad.

Después el celebrante, de pie y con las manos juntas, vuelto al pueblo, dice:

Oremos, queridos hermanos, a Dios Padre omnipotente, para que derrame bondadosamente sobre este neófito el Espíritu Santo, que le confirme con la abundancia de sus dones, y con su unción le haga conforme a Jesucristo, Hijo de Dios.

Y todos oran en silencio durante algunos momentos.

269. Seguidamente el celebrante impone las manos sobre el que va a ser confirmado, y dice:

Dios todopoderoso,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que regeneraste, por el agua y el Espíritu Santo,
a este siervo tuyo
y le libraste del pecado;
escucha nuestra oración
y envía sobre él el Espíritu Santo Paráclito;
llénalo de espíritu de sabiduría y de inteligencia,
de espíritu de consejo y de fortaleza,
de espíritu de ciencia y de piedad,
y cólmalos del espíritu de tu santo temor.
Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

270. Entonces el que se va a confirmar se acerca al celebrante. El padrino (o la madrina) pone su mano derecha sobre el hombro del que se va a confirmar, y dice el nombre de éste al celebrante, o el mismo confirmando lo dice por sí mismo.

El celebrante, con la punta del pulgar derecho empapada en el crisma, hace la señal de la cruz en la frente del confirmando, diciendo:

N., RECIBE POR ESTA SEÑAL EL DON DEL ESPÍRITU SANTO.

El confirmado:
Amén.

El celebrante añade:
La paz sea contigo.

El confirmado:
Y con tu espíritu.


CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA

271. Omitido el Símbolo, inmediatamente se hace la oración universal, en la que participa el neófito por primera vez.

El neófito lleva las ofrendas al altar.

272. En la Plegaria eucarística I, se hace mención del neófito y se dice Acepta, Señor, en tu bondad propio, y del padrino (madrina) en el memento de vivos Acuérdate, Señor (n. 377). Si se toman las Plegarias eucarísticas II o III añádase la cláusula en favor del neófito, que viene en el n. 391.

273. Conviene que el neófito reciba la sagrada comunión bajo las dos especies, junto con el padrino, madrina, padres y cónyuge, más los catequistas seglares.

Antes de la comunión, o sea antes del Este es el Cordero de Dios, el celebrante puede exponer brevemente el valor de tan excelso misterio, que es la culminación de la iniciación y centro de toda la vida cristiana.

274. En circunstancias extraordinarias, como son enfermedad, vejez, cambio de localidad, largas distancias, etc., cuando:
a) el candidato no pudo empezar todo el catecumenado con el rito apropiado, o no pudo acabarlo con todos los ritos;
b) y por otra parte se le causaría un perjuicio espiritual, si por la brevedad del rito anterior se le privara de los beneficios de una preparación más larga, 
entonces es mejor que, con permiso del obispo, al rito abreviado se le añadan uno o varios elementos del Ritual completo.

275. Este rito aumentado proporciona la facultad, ya de agregar el nuevo candidato a otros más avanzados en la preparación, añadiendo oportunamente los ritos iniciales del ritual completo (por ejemplo, entrada en el catecumenado, exorcismos menores, bendiciones, etc.); ya de acabar con un solo candidato los ritos que empezaron con varios, y que quedaron incompletos (por ejemplo, la elección, el rito de la purificación e iluminación o los mismos sacramentos).

276. Las acomodaciones, que los pastores han de hacer razonablemente, se pueden determinar combinando elementos del rito abreviado y otros del rito más completo, del modo siguiente:
1. Añadiendo sencillamente otros ritos: por ejemplo, ritos del tiempo del catecumenado (nn. 106-132), «entregas» (nn. 183-192).
2. Dividiendo y ampliando, ya el rito de admisión (nn. 245-251), ya la liturgia de la Palabra (nn. 252-256). En el rito de la admisión, los nn. 245-247 se pueden aumentar al modo del rito de entrada en el catecumenado (nn. 73-97); quitando, si parece oportuno, los nn. 246-247, los números posteriores (248-249) pueden dar paso al rito de la elección. En la liturgia de la Palabra, los nn. 253-255 se pueden adaptar a uno u otro escrutinio (nn. 160-179), etc.
3. Empleando parte de este rito sencillo en lugar de otros ritos del ritual común o completo; o bien, cuando se recibe a los «fautores» (vulgarmente «simpatizantes») (cf. Prænotanda, n. 12 p. 3), juntando el rito para la entrada en el catecumenado (nn. 73-97) y el de la elección (nn. 143-151).

277. En el empleo de este rito aumentado o combinado, cuídese:
1. Que la catequesis del candidato sea íntegra.
2. Que el rito se celebre con la participación activa de alguna parte de la comunidad.
3. Que, recibidos los sacramentos, se dé al neófito, en cuanto sea posible, el tiempo de la mystagogia.

martes, 27 de septiembre de 2016

Celebración de los Sacramentos de la Iniciación (RICA).

Ritual de la Iniciación cristiana de adultos, 6-enero-1972 (ed. CEE 2022)

Capítulo I
RITUAL DEL CATECUMENADO DISTRIBUIDO EN SUS GRADOS O ETAPAS

TERCER GRADO

CELEBRACIÓN DE LOS SACRAMENTOS DE LA INICIACIÓN

208. Como de ordinario la iniciación de los adultos se celebra en la santa noche de la Vigilia pascual, los sacramentos se confieren después de la bendición del agua, como se indica en el n. 44.

209. Pero si la iniciación se celebrara fuera de los tiempos acostumbrados (cf. Praenotanda nn. 58-59), procúrese que la celebración revista carácter pascual (cf. Praenotanda generales de la iniciación cristiana, n. 6), utilizando la misa ritual, que viene en el Misal (cf. también aquí el n. 388).

CELEBRACIÓN DEL BAUTISMO

210. El rito de la bendición del agua téngase también cuando los sacramentos de la iniciación se celebran fuera de la solemnidad pascual (cf. Praenotanda generales de la iniciación cristiana, n. 21), pues en ese rito se trae a la memoria, por la contemplación de las maravillas de Dios, el misterio de la caridad de Dios desde el principio del mundo y de la creación del linaje humano; y después, por la invocación del Espíritu Santo y por el anuncio de la muerte y resurrección de Cristo, se inculca el nuevo rito de purificación por el agua que se nos hace renacer en el Señor, y que nos hace participar en su muerte y resurrección, y recibir la santidad divina.

211. La renuncia a Satanás y la profesión de fe son un único rito, que en el bautismo de los adultos adquiere pleno valor. Porque al ser el bautismo el sacramento de la fe, con la que los catecúmenos se unen a Dios y al mismo tiempo el sacramento con el que renacen, muy acertadamente se antepone al bautismo el gesto de cada uno de los elegidos, por el que, como en la primera alianza de los patriarcas se prefiguraban, así ahora estos renuncian totalmente al pecado y a Satanás, y se abrazan al misterio de la Trinidad. Con esta profesión, hecha ante el celebrante y la comunidad, manifiestan la voluntad, madurada durante el tiempo del catecumenado, de entablar una alianza nueva con Cristo. En esta fe, que, transmitida por la Iglesia según el designio divino, han abrazado, son bautizados los adultos.

212. La unción con el óleo de los catecúmenos tiene lugar entre la renuncia y la profesión de fe, pero por necesidades pastorales según la oportunidad litúrgica puede anticiparse (cf. nn. 206-207).

En este caso, atiéndase a significar por ella la necesidad de la fortaleza divina, para que el que va a ser bautizado, a pesar de las ataduras de la vida pasada, y superando la oposición del diablo, dé con decisión el paso de profesar la fe, y la mantenga sin desmayo a lo largo de toda su vida.

Monición del celebrante

213. Antes de empezar las letanías los que van a bautizarse con sus padrinos y madrinas se acercan a la fuente bautismal, ante la cual se detienen, sin impedir la visión a los fieles. Pero si son muchos los que van a ser bautizados, pueden trasladarse a Ia fuente bautismal mientras se cantan las letanías.

El celebrante se dirige a los presentes, y les hace esta o parecida monición:

Queridos hermanos, pidamos con insistencia la misericordia de Dios Padre omnipotente en favor de estos siervos de Dios N. y N., que piden el santo bautismo. Y a quienes él llamó y ha conducido hasta este momento, les conceda con abundancia luz y vigor para abrazarse a Cristo con fortaleza de corazón y para profesar la fe de la Iglesia. Y que les conceda también la renovación del Espíritu Santo, que con insistencia vamos a invocar sobre esta agua.

Letanías

214. Después se cantan las letanías, en las que se pueden añadir algunos nombres de santos, especialmente el del titular de la iglesia o de los patronos del lugar, y de los patronos de los que van a ser bautizados.

Los apellidos o sobrenombres de los santos encerrados entre corchetes, si se juzga conveniente, se pueden omitir cuando las letanías se cantan en latín.

Señor ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.

Santa María, Madre de Dios. Ruega por nosotros.
San Miguel. Ruega por nosotros.
Santos Ángeles de Dios. Rogad por nosotros.
San Juan Bautista. Ruega por nosotros.
San José. Ruega por nosotros.
Santos Pedro y Pablo. Rogad por nosotros.
San Andrés. Ruega por nosotros.
San Juan. Ruega por nosotros.
Santa María Magdalena. Ruega por nosotros.
San Esteban. Ruega por nosotros.
San Ignacio de Antioquía. Ruega por nosotros.
San Lorenzo. Ruega por nosotros.
Santas Perpetua y Felicidad Rogad por nosotros.
Santa Inés. Ruega por nosotros.
San Gregorio. Ruega por nosotros.
San Agustín. Ruega por nosotros.
San Atanasio. Ruega por nosotros.
San Basilio. Ruega por nosotros.
San Martín. Ruega por nosotros.
San Benito. Ruega por nosotros.
Santos Francisco y Domingo. Rogad por nosotros.
San Francisco Javier. Ruega por nosotros.
San Juan María [Vianney]. Ruega por nosotros.
Santa Catalina [de Siena]. Ruega por nosotros.
Santa Teresa de Jesús. Ruega por nosotros.
Santos y Santas de Dios. Rogad por nosotros.

Muéstrate propicio. Líbranos, Señor.
De todo mal. Líbranos, Señor.
De todo pecado. Líbranos, Señor.
De la muerte eterna. Líbranos, Señor.
Por tu encarnación. Líbranos, Señor.
Por tu muerte y resurrección. Líbranos, Señor.
Por el envío del Espíritu Santo. Líbranos, Señor.

Nosotros, que somos pecadores. Te rogamos, óyenos.
Para que regeneres a estos elegidos con la gracia del bautismo. Te rogamos, óyenos.
Jesús, Hijo de Dios vivo. Te rogamos, óyenos.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.

Bendición del agua

215. Entonces el celebrante, vuelto hacia la fuente bautismal, pronuncia la bendición siguiente:

Oh, Dios, que realizas en tus sacramentos obras admirables
con tu poder invisible,
y de diversos modos te has servido de tu criatura, el agua, 
para significar la gracia del Bautismo.

Oh, Dios, cuyo Espíritu, en los orígenes del mundo,
se cernía sobre las aguas, 
para que ya desde entonces
concibieran el poder de santificar.


Oh, Dios, que incluso en las aguas torrenciales del diluvio
prefiguraste el nuevo nacimiento,
de modo que una misma agua, misteriosamente,
pusiera fin al pecado y diera origen a la santidad.

Oh, Dios, que hiciste pasar a pie enjuto por el mar Rojo
a los hijos de Abraham,
para que el pueblo liberado de la esclavitud del Faraón
fuera imagen de la familia de los bautizados.


Oh, Dios,
cuyo Hijo, al ser bautizado por Juan en el agua del Jordán,
fue ungido por el Espíritu Santo;
colgado en la cruz
vertió de su costado agua, junto con la sangre;
y después de su resurrección mandó a sus apóstoles:
«Id y haced discípulos de todos los pueblos,
bautizándolos 
en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo»,
mira el rostro de tu Iglesia
y dígnate abrir para ella la fuente del bautismo.

Que esta agua reciba, por el Espíritu Santo,
la gracia de tu Unigénito,
para que el hombre, creado a tu imagen,
lavado, por el sacramento del bautismo,
de todas las manchas de su vieja condición,
renazca, como niño, a nueva vida
por el agua y el Espíritu.

El celebrante toca el agua con la mano derecha y prosigue:

Te pedimos, Señor,
que el poder del Espíritu Santo,
por tu Hijo,
descienda hasta el fondo de esta fuente,
para que todos los sepultados con Cristo en su muerte,
por el bautismo,
resuciten a la vida con él.
Que vive y reina contigo
en la unidad del espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.

R. Amén.

Otras formas ad libitum en el n. 389.

216. En el tiempo pascual, si está a mano el agua bautismal bendecida en la Vigilia pascual, para que no falte al bautismo el elemento de la acción de gracias y de las súplicas, hágase la bendición y la invocación de Dios sobre el agua según las fórmulas, que se encuentran en el n. 389, teniendo en cuenta la variación del texto al fin de cada fórmula.

Renuncia

217. Acabada la consagración de la fuente, el celebrante interroga a todos los elegidos a la vez.

FÓRMULA A

El celebrante:
¿Renunciáis a Satanás, y a todas sus obras y seducciones?

Los elegidos:
Sí, renuncio.

FÓRMULA B

El celebrante:
¿Renunciáis a Satanás?

Los elegidos:
Sí, renuncio.

El celebrante:
¿Y a todas sus obras?

Los elegidos:
Sí, renuncio.

El celebrante:
¿Y a todas sus seducciones?

Los elegidos:
Sí, renuncio.

FÓRMULA C

El celebrante:
¿Renunciáis al pecado 
para vivir en la libertad de los hijos de Dios?

Los elegidos:
Sí, renuncio.

El celebrante:
¿Renunciáis a las seducciones del mal, 
para que no domine en vosotros el pecado?

Los elegidos:
Sí, renuncio.

El celebrante:
¿Renunciáis a Satanás, padre y príncipe del pecado?

Los elegidos:
Sí, renuncio.

Si se juzga oportuno, el celebrante, informándose del nombre de los que van a ser bautizados por medio de los padrinos (o madrinas), interroga a cada uno, eligiendo libremente una de las tres fórmulas que anteceden.

Además las conferencias episcopales, con justo motivo, pueden acomodar estas tres fórmulas, especialmente donde es necesario que los elegidos renuncien a supersticiones, presagios y sortilegios (cf. n. 80).

Unción con el óleo de los catecúmenos

218. Si no se hubiera hecho ya la unción con el óleo de los catecúmenos, durante los ritos para la preparación inmediata (nn. 206-207), el celebrante dice:

Para que el poder de Cristo Salvador os fortalezca
os ungimos con el óleo de salvación
en el nombre del mismo Jesucristo, Señor nuestro,
que vive y reina por los siglos de los siglos.


Los elegidos:
Amén.

Cada uno de los elegidos es ungido con el óleo de los catecúmenos en el pecho, o en ambas manos, o también en otras partes del cuerpo, si parece oportuno. Si fueran muy numerosos los elegidos, puede llamarse a varios ministros.

Esta unción puede omitirse a juicio de la conferencia episcopal.

Profesión de fe

219. Después el celebrante, informándose a tiempo nuevamente del nombre de los que van a ser
bautizados por medio del padrino (o de la madrina), interroga a cada uno.

El celebrante:
N., ¿crees en Dios, Padre todopoderoso, 
creador del cielo y de la tierra?

El elegido:
Sí, creo.

El celebrante:
¿Crees en Jesucristo, 
su único Hijo, nuestro Señor, 
que nació de santa María Virgen, 
murió, fue sepultado, 
resucitó de entre los muertos 
y está sentado a la derecha del Padre?

El elegido:
Sí, creo.

El celebrante:
¿Crees en el Espíritu Santo, 
en la santa Iglesia católica, 
en la comunión de los santos, 
en el perdón de los pecados, 
en la resurrección de la carne 
y en la vida eterna?

El elegido:
Sí, creo.

Inmediatamente después de la profesión de fe, cada uno se sumerge o recibe el agua que vierten sobre él.

Cuando los que van a bautizarse son muy numerosos puede hacerse la profesión de fe por todos a la vez, o por grupos.

Rito del Bautismo

220. Si el Bautismo se hace por inmersión de todo el cuerpo o de la cabeza nada más, hágase con pudor y decorosamente.

El celebrante, tocando al elegido, le sumerge del todo o sólo la cabeza por tres veces sucesivas, y sacándole otras tantas veces, le bautiza invocando una sola vez a la Santísima Trinidad:

N., YO TE BAUTIZO EN EL NOMBRE DEL PADRE,
Le sumerge por primera vez.

Y DEL HIJO,
Le sumerge por segunda vez.

Y DEL ESPÍRITU SANTO.
Le sumerge por tercera vez.

El padrino o la madrina, o ambos, tocan al que se bautiza.

Después del bautismo de cada adulto, si se juzga oportuno, el pueblo puede hacer alguna breve aclamación (cf. n. 390).

221. Pero si el bautismo se hace derramando el agua, el celebrante saca el agua bautismal de la fuente y, derramándola tres veces sobre la cabeza inclinada del elegido, le bautiza en el nombre de Ia Santísima Trinidad:

N.YO TE BAUTIZO EN EL NOMBRE DEL PADRE,
Derrama el agua por primera vez.

Y DEL HIJO,
Derrama el agua por segunda vez

Y DEL ESPÍRITU SANTO.
Derrama el agua por tercera vez.

El padrino o la madrina, o ambos, ponen la mano derecha sobre el hombro derecho del elegido.

Después del Bautizo de cada adulto, si se juzga oportuno, el pueblo puede hacer alguna breve aclamación (cf. n. 390).

222. Cuando son muchos los elegidos que van a bautizarse, si hubiera varios sacerdotes o diáconos, pueden distribuirse entre los distintos ministros que los sumergen o vierten el agua sobre ellos, pronunciando mientras tanto cada uno de los ministros la fórmula en singular.

Mientras se realiza el rito, es de desear que se entone algún canto por el pueblo. También se puede hacer alguna lectura, o guardar un silencio sagrado.

RITOS EXPLANATIVOS

223. Después del bautismo, se desarrollan a continuación los ritos complementarios (nn. 224-226). Acabados éstos, de ordinario se celebra la confirmación (nn. 227-231); en este caso se omite la unción después del bautismo.

__________________________________________________

Unción después del Bautismo

224. Pero si la ceremonia de la confirmación, por alguna razón particular, se separa del bautismo, entonces después de la inmersión o tras derramar el agua, el celebrante administra del modo acostumbrado la unción del crisma. diciendo a la vez sobre todos los bautizados:

Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que os ha dado nueva vida por el agua y el Espíritu Santo
y os ha concedido el perdón de todos los pecados,
os consagre con el crisma de la salvación
para que entréis a formar parte de su pueblo
y seáis para siempre miembros de Cristo,
sacerdote, profeta y rey.


Los bautizados:
Amén.

Después, en silencio, el celebrante con el santo crisma unge a todos en la parte superior de la cabeza.

Pero si los bautizados son muy numerosos y están presentes varios sacerdotes o diáconos, cada uno puede ungir con el Crisma a varios bautizados.
__________________________________________________

Imposición de la vestidura blanca

225. El celebrante dice:

N. y N., sois ya nueva criatura
y habéis sido revestidos de Cristo;
recibid, pues, la blanca vestidura,
que habéis de llevar limpia de mancha
ante el tribunal de nuestro Señor Jesucristo,
para alcanzar la vida eterna.


Los bautizados:
Amén.

A las palabras Recibid, pues, la blanca vestidura, los padrinos o madrinas imponen a los neófitos la vestidura blanca, a no ser que las costumbres locales aconsejen otro color más adecuado.

Si se juzga conveniente, se puede omitir todo este rito.

Entrega del cirio encendido

226. Después el celebrante toma o toca con las manos el cirio pascual, diciendo:

Acercaos, padrinos y madrinas, para que entreguéis la luz a los neófitos.

Se acercan los padrinos y madrinas y encienden un cirio en el cirio pascual, y se lo entregan al neófito. Entonces, el celebrante dice:

Habéis sido transformados en luz de Cristo.
Caminad siempre como hijos de la luz,
a fin de que, perseverando en la fe,
podáis salir con todos los santos
al encuentro del Señor.


Los bautizados:
Amén.

CELEBRACIÓN DE LA CONFIRMACIÓN

227. Entre el bautismo y la confirmación puede ser entonado por la asamblea, si se juzga oportuno, un canto apropiado.

La confirmación puede celebrarse en el presbiterio o en el baptisterio, según lo aconsejen las condiciones del local.

228. Si el bautismo lo confiere el obispo, conviene que sea también él quien confiera seguidamente la confirmación.

Si no está presente el obispo, el presbítero que haya administrado el bautismo puede administrar la Confirmación.

Cuando los que van a confirmarse son muy numerosos, el ministro de la confirmación puede pedir ayuda para administrar el sacramento a los presbíteros, que pueden ser designados para este oficio (cf. n. 46).

229. El celebrante habla brevemente a los neófitos, con éstas o parecidas palabras:

Queridos neófitos, regenerados ya en Cristo y transformados en miembros suyos y de su pueblo sacerdotal, ahora sólo os falta recibir el Espíritu Santo, que ha sido derramado sobre nosotros, el mismo Espíritu que envió el Señor sobre los Apóstoles el día de Pentecostés, y que ellos y sus sucesores confieren a los bautizados.

Vosotros, pues, recibiréis igualmente la fuerza prometida del Espíritu Santo, con la que, configurados más perfectamente a Cristo, deis testimonio de la pasión y resurrección del Señor y os hagáis miembros activos de la Iglesia, para edificar el Cuerpo de Cristo en la fe y en la caridad.

Después el celebrante (teniendo junto a sí a los presbíteros que le asisten), de pie y con las manos juntas, vuelto al pueblo, dice:

Oremos, queridos hermanos, a Dios Padre omnipotente, para que derrame bondadosamente sobre este neófito el Espíritu Santo, que le confirme con la abundancia de sus dones, y con su unción le haga conforme a Jesucristo, Hijo de Dios.

Y todos oran en silencio durante algunos momentos.

230. Seguidamente el celebrante (y los presbíteros que le asisten) imponen las manos sobre todos los que van a recibir la confirmación. El celebrante dice:

Dios todopoderoso,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que regeneraste, por el agua y el Espíritu Santo,
a estos siervos tuyos
y les libraste del pecado;
escucha nuestra oración
y envía sobre ellos el Espíritu Santo Paráclito;
llénalos de espíritu de sabiduría y de inteligencia,
de espíritu de consejo y de fortaleza,
de espíritu de ciencia y de piedad,
y cólmalos del espíritu de tu santo temor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.


R. Amén.

231. Entonces, un ministro ofrece al celebrante el santo crisma, y los que van a confirmarse se acercan uno a uno al celebrante; o si se prefiere, el mismo celebrante se acerca a ellos. El padrino (o la madrina) pone su mano derecha sobre el hombro del neófito, y dice el nombre de éste al celebrante, o el mismo confirmando lo dice por sí mismo.

El celebrante, con la punta del pulgar derecho empapada en el crisma, hace la señal de la cruz en la frente del neófito, diciendo:

N., RECIBE POR ESTA SEÑAL EL DON DEL ESPÍRITU SANTO.

El confirmado:
Amén.

El celebrante añade:
La paz sea contigo.

El confirmado:
Y con tu espíritu.

Si otros presbíteros asisten al celebrante para conferir el sacramento, el obispo, si está presente, les ofrece a todos los vasos sagrados del santo crisma.

Los que van a confirmarse se acercan al celebrante o a los presbíteros; o bien el celebrante y los presbíteros se acercan a los confirmandos, a los que ungen del modo dicho.

Durante la unción se puede entonar algún canto apropiado.

CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA

232. Omitido el Símbolo, inmediatamente se hace la oración universal, en la cual participan los neófitos por primera vez.

Algunos de ellos llevan las ofrendas al altar.

233. En la plegaria eucarística I, se hace mención de los neófitos y se dice Acepta, Señor, en tu bondad propio, y de los padrinos en el memento de vivos Acuérdate, Señor (n. 377). Si se toman las plegarias eucarísticas II o III añádase la intercesión en favor de los neófitos, que se encuentra en el n. 391.

234. Conviene que los neófitos reciban la sagrada comunión bajo ambas especies, junto con los padrinos, madrinas, padres y cónyuges, más los catequistas seglares.

Antes de la comunión, o sea antes de Este es el Cordero de Dios, el celebrante puede exponer brevemente el valor de tan excelso misterio, que es la culminación de la iniciación y centro de toda la vida cristiana.

EL TIEMPO DE LA MYSTAGOGIA

235. Para que los primeros pasos de los neófitos sean seguros, es de desear que en todas estas circunstancias sean ayudados con interés y amistad por la comunidad de los fieles, por sus padrinos y pastores. Póngase todo empeño en conseguir su plena y gustosa integración con la comunidad.

236. Durante todo el tiempo pascual, en las misas dominicales, resérvese un sitio entre los fieles especial para los neófitos. Éstos han de procurar asistir a las misas con sus padrinos. En la homilía y, según la oportunidad, también en la oración universal, téngase en cuenta su presencia.

237. Para clausurar el tiempo de la mystagogia, al final del tiempo pascual, en la proximidad del domingo de Pentecostés, téngase alguna celebración litúrgica, festejando la fecha también con algún acto social de carácter civil según las costumbres de la región.

238. En el aniversario del bautismo sería de desear que los neófitos se reunieran de nuevo para dar gracias a Dios, y para cambiar entre sí sus experiencias personales y para renovar las energías espirituales.

239. Para comenzar su trato pastoral con los nuevos miembros de su Iglesia, cuide obispo, especialmente si no hubiera podido presidir en persona los sacramentos de la iniciación, que al menos una vez al año, en cuanto sea posible, se reúna con los neófitos últimamente bautizados y presida la celebración de la eucaristía, en la cual puede darles la comunión bajo las dos especies.

lunes, 26 de septiembre de 2016

Ritos para la preparación inmediata, a la celebración de los sacramentos (RICA).

Ritual de la Iniciación cristiana de adultos, 6-enero-1972 (ed. CEE 2022)

Capítulo I
RITUAL DEL CATECUMENADO DISTRIBUIDO EN SUS GRADOS O ETAPAS

EL TIEMPO DE LA PURIFICACIÓN Y DE LA ILUMINACIÓN

Ritos propio de este periodo

RITOS PARA LA PREPARACIÓN INMEDIATA

193.
Donde puedan congregarse el Sábado Santo los elegidos, para disponerse con el recogimiento espiritual y la oración a recibir los sacramentos, pueden seguirse, según lo aconsejan las circunstancias, en todo o en parte los ritos siguientes.

I. RECITACIÓN DEL SÍMBOLO

194. Con este rito se prepara a los elegidos para la profesión bautismal de la fe y se les instruye sobre el deber de anunciar la palabra del Evangelio.

195. Si por alguna dificultad no se hubiera podido entregar el Símbolo a su debido tiempo (cf. nn. 183-187), se omitirá este rito de la recitación o emisión.

Lecturas y homilía

196. Para empezar se entona algún canto apropiado. Después se lee una de las lecturas siguientes, o bien otra apropiada:

EVANGELIO Mt 16, 13-18
Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo
 Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías  o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».
Jesús le respondió:
«Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Ahora yo te digo: tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará».

Palabra del Señor.

(Solamente si se celebra unido al rito del «Effetá»).
EVANGELIO Mc 7, 31-37
«Effetá» (esto es: ábrete)
 Lectura del santo Evangelio según san Marcos.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano.
Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo, suspiró y le dijo:
«Effetá» (esto es, «ábrete»).
Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos.
Y en el colmo del asombro decían:
«Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».

Palabra del Señor.

EVANGELIO Jn 6, 35. 63-71
¿A quién vamos a acudir? En tus palabras hay vida eterna.
 Lectura del santo Evangelio según san Juan.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús al gentío: 
«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás.
El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y, con todo, hay algunos de entre vosotros que no creen». 
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: 
«Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede».
Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
Entonces Jesús les dijo a los Doce: 
«¿También vosotros queréis marcharos?».
Simón Pedro le contestó: 
«Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».
Jesús le contestó: 
«¿Acaso no os he escogido yo a vosotros, los Doce? Y uno de vosotros es un diablo».
Lo decía por Judas, el hijo de Simón Iscariote, pues este lo iba a entregar, uno de los Doce.

Palabra del Señor.

Y se hace una breve homilía.

197. Si se celebra unido al rito «Effetá», el celebrante comienza por lo que se dice en los nn. 200-202.

Oración para la recitación del Símbolo

198. Con las manos extendidas ante el pecho, el celebrante dice la oración siguiente:

Oremos.

Te rogamos, Señor,
que concedas a nuestros elegidos,
que han recibido la fórmula que resume
el designio de tu caridad
y los misterios de la vida de Cristo,
que sea una misma la fe que confiesan los labios
y profesa el corazón,
y así cumplan con las obras tu voluntad.
Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

Recitación del Símbolo

199. A continuación los elegidos recitan el Símbolo:

Creo en Dios,
Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.

Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.

Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna. Amén.

Si en la entrega del Símbolo se hubiese empleado el Símbolo Niceno-Constantinopolitano, éste se recitará en esta ceremonia (cf. n. 186).

II. RITO DEL "EFFETÁ"

200. Con este rito, en virtud del propio simbolismo, se inculca la necesidad de la gracia, para que se pueda escuchar la Palabra de Dios con provecho sobrenatural para la salvación.

Lectura

201. Después de un canto apropiado se lee Mc 7, 31-37, que el celebrante explica brevemente.

EVANGELIO Mc 7, 31-37
«Effetá» (esto es: ábrete)
 Lectura del santo Evangelio según san Marcos.
R. Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano.
Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo, suspiró y le dijo:
«Effetá» (esto es, «ábrete»).
Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos.
Y en el colmo del asombro decían:
«Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».

Palabra del Señor.

Rito del "Effetá"

202. Entonces el celebrante toca con el pulgar los oídos derecho e izquierdo de cada uno de los elegidos, y la boca, sobre los labios cerrados, mientras dice:

Effetá, que significa: ábrete,
para que profeses la fe que has escuchado,
para alabanza y gloria de Dios.

Pero si los elegidos fueran muy numerosos, solamente se dice la fórmula íntegra al primero, y a los demás sólo se les dirá:

Effetá, que significa: ábrete.

III. ELECCIÓN DEL NOMBRE CRISTIANO

203. En este momento se puede imponer el nuevo nombre (si no se hubiera dado antes según la norma del n. 88), ya sea un nombre cristiano, ya un nombre según el uso civil de la región, con tal de que pueda asumir sentido cristiano. A veces, si las circunstancias lo permiten y los elegidos son pocos, bastará que se le explique al elegido la significación cristiana del nombre recibido anteriormente de sus propios padres.

Lecturas

204. Después de un canto apropiado, si lo aconsejan las circunstancias, se puede tener una lectura, que el celebrante glosará brevemente, por ejemplo:

Gn 17, 1-8: Te llamarás Abrahán.

Lectura del libro del Génesis.

Cuando Abrán tenía noventa y nueve años, se le apareció el Señor y le dijo: 
«Yo soy Dios todopoderoso, camina en mi presencia y sé perfecto. Yo concertaré una alianza contigo: te haré crecer sin medida».
Abrán cayó rostro en tierra y Dios le habló así:
«Por mi parte, esta es mi alianza contigo: serás padre de muchedumbre de pueblos. Ya no te llamarás Abrán, sino Abrahán, porque te hago padre de muchedumbre de pueblos. Te haré fecundo sobremanera: sacaré pueblos de ti, y reyes nacerán de ti.
Mantendré mi alianza contigo y con tu descendencia en futuras generaciones, como alianza perpetua. Seré tu Dios y el de tus descendientes futuros. Os daré a ti y a tu descendencia futura la tierra en que peregrinas, la tierra de Canaán, como posesión perpetua, y seré su Dios».

Palabra de Dios.

- Is 62, 1-5: Te pondrán un nombre nuevo.

Lectura del libro del profeta Isaías.

Por amor a Sión no callaré, 
por amor de Jerusalén no descansaré, 
hasta que rompa la aurora de su justicia, 
y su salvación llamee como antorcha.
Los pueblos verán tu justicia, 
y los reyes tu gloria; 
te pondrán un nombre nuevo, 
pronunciado por la boca del Señor.
Serás corona fúlgida en la mano del Señor 
y diadema real en la palma de tu Dios.
Ya no te llamarán «Abandonada», 
ni a tu tierra «Devastada»; 
a ti te llamarán «Mi predilecta», 
y a tu tierra «Desposada», 
porque el Señor te prefiere a ti, 
y tu tierra tendrá un esposo.
Como un joven se desposa con una doncella, 
así te desposan tus constructores. 
Como se regocija el marido con su esposa, 
se regocija tu Dios contigo.

Palabra de Dios.

- Ap 3, 11-13: Grabaré en él mi nombre nuevo.
 
Lectura del libro del Apocalipsis

Mira, vengo pronto. Mantén lo que tienes, para que nadie se lleve tu corona.
Al vencedor le haré columna en el templo de mi Dios y nunca más saldrá fuera; escribiré sobre él el nombre de mi Dios, el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la que desciende del cielo de junto a mi Dios, y mi nombre nuevo.
El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.

Palabra de Dios.

- Mt 16, 13-18: Tú eres Pedro.

 Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías  o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».
Jesús le respondió:
«Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Ahora yo te digo: tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará».

Palabra del Señor.

- Jn 1, 40-42: Te llamarás Cefas.

 Lectura del santo Evangelio según san Juan.

En aquel tiempo Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: 
«Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)».
42 Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: 
«Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce: Pedro)».

Palabra del Señor.

Elección del nombre

205. El celebrante interroga a cada elegido acerca del nombre que haya escogido cada uno. Después, si es oportuno (cf. n. 203), dice:

N., en adelante te llamarás N.

El elegido:

Amén (u otra respuesta apropiada).

Si se juzga oportuno, se explica la significación cristiana del nombre recibido de los propios padres.

IV. UNCIÓN CON EL ÓLEO DE LOS CATECÚMENOS

206. La unción con el óleo de los catecúmenos, si a juicio de la conferencia episcopal ha de conservarse, y por falta de tiempo no se puede celebrar en la misma Vigilia pascual, se puede conferir el Sábado Santo durante el día. Se puede administrar, o separadamente, o también juntamente con la recitación del Símbolo, o antes de ésta, como su preparación, o bien después, como su ratificación.

207. Empléese el óleo bendecido por el obispo en la misa crismal. Por razones pastorales lo puede bendecir un sacerdote, diciendo la oración siguiente:

Señor Dios, fuerza y defensa de tu pueblo,
que has hecho del aceite un símbolo de vigor,
dígnate bendecir este óleo;
y concede tu fortaleza
a los catecúmenos que han de ser ungidos en él,
para que, al aumentar en ellos
el conocimiento de las realidades divinas
y la valentía en el combate de la fe,
vivan más hondamente el Evangelio de Cristo,
emprendan animosos la tarea cristiana,
y, admitidos entre tus hijos de adopción,
gocen de la alegría de sentirse renacidos
y de formar parte de la Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

Después el celebrante, vuelto a los elegidos, dice:

Para que el poder de Cristo Salvador os fortalezca,
os ungimos con este óleo de salvación
en el nombre del mismo Jesucristo, Señor nuestro,
que vive y reina por los siglos de los siglos.

Los elegidos:

Amén.

Cada uno de los elegidos es ungido con el óleo de los catecúmenos en el pecho, o en ambas manos, o también en otras partes del cuerpo, si parece oportuno. Si fueran muy numerosos los elegidos, puede llamarse a varios ministros.